A fines de 2017 se llevó a cabo una reunión en la que participaron Débora Swistun, Tomás Saraceno, Joaquín Ezcurra y varios miembros de la comunidad Aerocene en Argentina.
Fue una noche de lluvia de ideas para pensar e imaginar en qué podría ayudar un proyecto de arte y ciencia, como Aerocene, a comunidades expuestas a los impactos de los combustibles fósiles, en lugares como la cuenca del río Matanza-Riachuelo, o la del río Reconquista.
Débora nació en el barrio Porst de la denominada Villa Inflamable, es doctora en antropólogía (Universidad Nacional de San Martín, UNSAM), magister en Ciencias de la Cooperación Internacional y el Desarrollo Urbano del Institut d’Urbanisme de Grenoble y la Technische Universität Darmstadt y profesora de Ciencias Ambientales en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). A través de su formación y experiencia de investigación y gestión en Europa, Norte de África y Latinoamérica se ha especializado en coproducción de conocimiento y políticas públicas, espacios urbanos, salud y riesgo ambiental y transiciones a la sustentabilidad. Ha publicado en diferentes journals internacionales y su libro “Inflamable, Estudio del Sufrimiento Ambiental” (Ed. Paidós, 2008; OUP, 2009); que revela y analiza la experiencia del habitar en riesgo ambiental en el Polo Petroquímico de Dock Sud ha ganado cuatro premios internacionales e inspirado varias intervenciones en la cuenca de los ríos Matanza-Riachuelo (Buenos Aires).
Aerocene es un esfuerzo artístico interdisciplinario que busca generar nuevos modos de sensibilidad, reactivando un imaginario común para lograr una colaboración ética con la atmósfera y el ambiente. Su artivismo se manifiesta en las pruebas y la circulación de esculturas más ligeras que el aire que flotan en el mismo con el calor del Sol y la radiación infrarroja de la superficie de la Tierra, interpelándonos a pensar otras formas de movilidad humana independiente de los combustibles fósiles, y no contaminantes.
Débora sugirió que una forma de “aterrizar” el proyecto Aerocene en un contexto local en Argentina sería contribuir a una campaña de concienciación en Villa Inflamable a diez años del fallo “Mendoza”.
Los residentes de Villa Inflamable se encuentran en riesgo ambiental. Rodeados de industrias, la mayoría de ellas relacionadas con la refinación de petróleo, que han impuesto una gran carga de contaminantes al aire, con profundas implicaciones para la salud y la calidad de vida de los residentes (plombemias, enfermedades respiratorias, malformaciones, etc.).
Villa Inflamable tiene su propio ‘clima’ compuesto por humos nocivos, olores, nubes de polvo y rachas inusuales de niebla y humedad,“Inflamable, Estudio del Sufrimiento Ambiental” (Ed. Paidós, 2008).
Conocer los gases que se respiran y cómo ésto afecta la salud siempre fue una necesidad vital no satisfecha en las comunidades expuestas a la contaminación ambiental. Sin embargo, hasta la fecha, ha habido pocos intentos sostenidos de monitorear y abordar la calidad del aire en Villa Inflamable de manera participativa.
Abogando por respuestas de autoridades y políticos para atender los graves problemas ambientales relacionados con la calidad de vida y el sufrimiento ambiental de la zona junto con Débora Swistun, la comunidad de Aerocene llevó a cabo performances con globos aerosolares -Inflamable tiene voz- durante el décimo aniversario del fallo de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, julio 2018, que abordó el estado crítico del río Matanza-Riachuelo y ordenó la limpieza de su cuenca. En octubre de ese mismo año Débora conoció a Sasha Engelmann en la exhibición On Air de Tomás Saraceno en París, donde compartieron una intervención y vuelos.
La práctica de Sasha explora enfoques interdisciplinarios, feministas y crítico-creativos de la detección ambiental. Colabora con artistas y activistas para investigar diferentes formas de rastrear, controlar y relacionarse con nuestro entorno que van más allá de los modelos de captura y enumeración. Fascinada por los imaginarios culturales de la atmósfera, Sasha examina el papel del arte en la elaboración de nuevas narrativas de la política atmosférica y la vida aérea. Es miembro activo de la comunidad internacional Aerocene y cofundadora (con Sophie Dyer) del proyecto feminista de detección meteorológica Open Weather. Desde su encuentro en París, Débora y Sasha acordaron pensar juntas formas de colaboración futura en Villa Inflamable.
Juntas elaboraron un proyecto de investigación acción arte-ciencia que en 2020 obtuvo un fondo semilla del GCRF (Global Challenges Research Fund) acompañadas por un equipo interdisciplinario de ingenieros electrónicos y científicos del departamento de Geografía de la Universidad Royal Holloway de Londres, Reino Unido. Como una de las principales facultades de geografía en el mundo, se destaca por su combinación de excelencia en la investigación, enseñanza inspiradora y colaboraciones con socios más allá de lo académico.
Así, por medio del proyecto “Desarrollo de métodos creativos para detectar la calidad del aire en Villa Inflamable, Argentina”, el sueño de poder medir de manera accesible los gases contaminantes y el material particulado al que se está expuesto, empezaba a tener chances de convertirse en realidad.
Ese mismo año se incorporó Loopea, una escuela de programación Arduino y desarrollos electrónicos, con el objetivo de asistir en todos los aspectos técnicos del dispositivo de monitoreo de calidad del aire.
Asimismo, Débora Swistun convocó a participar a estudiantes de sus cátedras de ciencias ambientales (Universidad Nacional de Avellaneda, UNDAV) y antropología (Universidad Nacional de San Martín, UNSAM). La participación de la UNDAV se vió ampliada al integrarse al equipo también un grupo de estudiantes y egresados del Departamento de Diseño Industrial, para aportar sus conocimientos en diseño de objetos, interfaces y tecnologías de construcción aditiva 3D.
Conjuntamente se embarcaron en el desafío científico-artístico participativo de desarrollar un dispositivo amigable que pudiera darle información, a comunidades como Villa Inflamable en la Cuenca Matanza-Riachuelo, sobre el aire que respiran y que también pudiera servir a los gobiernos locales en el control y monitoreo de la calidad ambiental.
Para desarrollar el proyecto usamos como guía los principios de “ Design Justice”, adaptándolo como “Diseño con justicia e inclusión social”
El dispositivo fue diseñado y construido íntegramente en Argentina bajo el paradigma de código abierto (open source).